The Funky Neuron Project
Al observar los movimientos de la boca de un individuo que habla, el cerebro de quien escucha estimula su propio sistema auditivo, llegando a modificar su percepción del sonido hasta ajustarla a sus expectativas. Se trata del Efecto McGurk, un fenómeno que demuestra una interacción entre la visión y el oído en la percepción del lenguaje.
Cuando se escuchan sonidos del habla que no concuerdan con el movimiento de la boca que se ve, el cerebro “inventa” una percepción auditiva concordante con la imagen visual; el cerebro adapta la percepción auditiva a lo que debería escucharse, esto es, al sonido más concordante con los movimientos de la boca.
En contextos normales, esta interacción vista-oído permite escuchar mensajes verbales con más nitidez, o incluso con mayor volumen. En contextos experimentales, el efecto McGurk evidencia una particular relevancia del procesamiento visual en la percepción del lenguaje hablado.
Ejemplos Efecto McGurk: Échale un vistazo a este vídeo [McG ga/ba]. Observa al sujeto y escucha. Probablemente oigas algo parecido a ‘ga ga’, o tal vez ‘da da’. Si cierras los ojos y escuchas, probablemente oigas algo más parecido a ‘ba ba’. Otro ejemplo (en inglés) sobre cómo podemos entender una frase entera si visualizamos una pronunciación acorde y cómo lo que oímos varía al acompañar el sonido de una imagen diferente [McG eng phrasing].
Es interesante observar cómo el efecto McGurk puede producirse no sólo ante estímulos visuales externos sino, también, ante estímulos visuales imaginados. Puedes probar a escuchar el sonido ‘ba’ mientras imaginas el movimiento ‘fa’ de este vídeo [McG ba/fa]. Un efecto parecido se produce cuando, inadvertidamente, modificamos letras de canciones, o con las frases en castellano que a veces podemos escuchar insertas en canciones en inglés (los “momentos teniente” de Pablo Motos); el cerebro completa un mensaje (en ocasiones dudoso o poco claro, pero no necesariamente) con una percepción auditiva modificada, que se ajusta a las expectativas creadas (por ejemplo, es difícil no escuchar a Mark Knoffler en este clip diciendo, con fuerte acento, “baby quiero queso roñoso” ).
Existe una enorme elaboración cerebral de la información (un auténtico trabajo de postproducción, en palabras de Andrew Ganley) entre la activación de la cóclea y la percepción consciente de un sonido, o entre la estimulación de las células retinianas del ojo y la percepción consciente final de un objeto visual. Es esta elaboración no consciente de la información la que habilita y construye las percepciones conscientes y la que permite desarrollar el concepto de “realidad inventada” (o de “realidad virtual”, como diría Rodolfo Llinás); lo percibido es un constructo mental.
Uno de los interesantes casos descritos por el genial Oliver Sacks es el de “Mr. I”, un artista que, tras un accidente de tráfico, perdió la capacidad de percibir los colores. Después del accidente, “Mr. I” podía ver únicamente una “horrible y desagradable mezcla de sombras de gris”; percibía todo en un inquietante blanco y negro. Curiosamente, "Mr. I" aseguraba que su capacidad de enfoque había mejorado de forma increíble; “mi vista se ha vuelto como la de un águila. Puedo ver a un gusano retorciéndose a más de cien metros de distancia”. Su visión, en situaciones de poca luz, se encontraba igualmente incrementada.
El ser humano construye sus percepciones conscientes en etapas sucesivas. En el caso de la percepción del color estas etapas tienen lugar, progresivamente, en las células retinianas del ojo, en distintas áreas superpuestas de la corteza cerebral occipital (V1-V2-V4) y en el lóbulo temporal inferior. Posteriormente, el procesamiento se torna más complejo y menos específico, al interactuar con otras áreas sensitivas, por ejemplo a nivel del lóbulo temporal superior izquierdo, un área de asociación visual y auditiva, o con regiones de procesamiento ‘central’.
“Mr. I” parecía sufrir una disfunción de áreas superiores del procesamiento visual del color (V2-4), o en palabras de Oliver Sacks, parecía atrapado “en el extraño y misterioso mundo de V1, un mundo de sensaciones anómalas y, por así decir, precromáticas, que no podría ser clasificado ni como colorido ni como sin color”.
Curiosamente, una lesión a nivel de las áreas visuales primarias (V1), preservadas en “Mr. I”, puede producir otro fenómeno sorprendente; el del blindsight o visión ciega. Los sujetos afectados son ciegos, no tienen percepciones visuales conscientes. Sin embargo, cuando se les insta a adivinar, se muestran capaces de identificar con acierto la posición y ciertas características de objetos en movimiento que, sin embargo, no pueden ver.
El extraño mundo de “Mr. I” forma parte del universo de percepciones no conscientes que el cerebro maneja, por otro lado, de forma natural. La sorprendente capacidad de enfoque de “Mr. I”, o su mejorada capacidad de visión nocturna, son, muy probablemente, características inherentes a la percepción normal. Al perder una parte de la elaboración visual, en este caso la relacionada con la percepción del color, “Mr. I” parece poder acceder, conscientemente, a información en bruto, menos procesada y habitualmente no consciente.
El efecto McGurk y el universo perceptivo de “Mr. I” sugieren distintos modos con los que el cerebro inventa la realidad que percibimos. Se trata, no obstante, de invenciones ajustadas a los hechos, de invenciones no necesariamente realistas desde un punto de vista cualitativo pero que facilitan, generalmente, una mejor adaptación al medio. Sin embargo, todo “programa” inteligente que no permita sino un procesamiento automático de los datos brutos termina resultando limitante. El caso de Mr. I, en el que la pérdida del procesamiento del color supone mejoras visuales no esperadas, como una mayor capacidad de enfoque, puede considerarse ejemplo de un fenómeno que hemos denominado interferencia consciente; ciertos niveles de procesamiento consciente pueden limitar el uso eficaz de información útil generada por procesos habitualmente no conscientes. La visión ciega supondría otro ejemplo; el sujeto, forzado a adivinar, es capaz de utilizar eficazmente información no consciente sobre la posición de objetos que no puede ver. ¿Cabe la posibilidad de soslayar la interferencia consciente, de entrenar la mente para utilizar, propositivamente, información perceptiva habitualmente no-consciente? Aprender a adivinar ajustadamente, a dejarse llevar por la intuición, por información cerebral válida pero no consciente. Aprender a percibir, a demanda, utilizando información de niveles de procesamiento habitualmente preconscientes… ¿Realidad o fantasía?
Chema Nieto
Otros Enlaces y Referencias:
Oliver Sacks, An Anthropologist on Mars (Un Antropólogo en Marte)
Imágenes:
Efecto Visual Clásico (si has llegado hasta aquí, te mereces un regalo):
Espiral : Tras la breve introducción, centra tu vista en el centro de la espiral hasta el final (unos 15 segundos). Después, observa la palma de tu mano... y no te asustes; ¡sólo se trata de un efecto óptico! ;)