El mal triunfa cuando los hombres buenos no hacen nada (*)
Una buena cita conmueve al tiempo que satura nuestra capacidad racional por su apariencia de verdad evidente o profunda. Casi ninguna cita o eslogan soporta un análisis racional, pero este análisis casi nunca sucede.
Los eslóganes y las fórmulas abreviadas de expresión tienden a sustituir el razonamiento en vez de a estimularlo. A cambio, emocionan. Y la emoción, ya se sabe, conduce a la acción. El marketing, incluido el marketing político, abusa de eslóganes, truismos, mensajes simplificados o simplemente banales, disfrazados de significado aparente, con el objetivo de conmover para la acción. En muchos casos el propio pensamiento político se reduce a la reproducción de fórmulas de conveniencia, de citas o incluso de palabras sin un claro significado explícito aunque con una marcada dirección emocional.
Sin embargo las citas, los eslóganes o las palabras que evocan lugares comunes no son esencialmente malos. Por un lado pueden llegar a constituir resúmenes brillantes de pensamientos más complejos. Por otro, son capaces de sugerir, de estimular o de inspirar emociones e ideas, más allá de la expresión de su significado evidente.
Dejarse llevar por las emociones, además, tampoco es intrínsecamente negativo. Existe, no obstante, la posibilidad de sufrir una manipulación emocional, por ejemplo a través de mensajes simplificados cuyo significado no es adecuadamente articulado. Eso sí, saberlo no evita la manipulación.
Supongo que por todo esto me cayó simpático Rubalcaba en el debate televisado de ayer. Y es que los periodistas que buscan algo de significado detrás de palabras contundentes, altisonantes pero vacuas, consiguen mi simpatía. Claro que Rubalcaba no es periodista. Ni será presidente, vaya.
“El mal triunfa cuando los hombres buenos no hacen nada”
Frase célebre de origen oscuro, atribuida sin base documental alguna al político y escritor dublinés Edmund Burke (1729-1797). Burke fue autor entre otras de Una Vindicación de la Sociedad Natural, considerada por algunos la primera expresión escrita del anarquismo filosófico, aunque el propio autor renegó de este escrito, describiéndolo como una sátira.
“Quien quiera hacer bien a otro debe hacerlo en los pequeños detalles. El Bien General es la coartada de los sinvergüenzas, los hipócritas y los aduladores”, William Blake (Jerusalem, ch. 3)
"Para el desarrollo de una auténtica Consciencia Social nada mejor que una refrescante Tiranía. ¡Peperos, no nos falléis!", Eo Saltasebes
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