Desmontando los argumentos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) en contra de la Especialidad de Urgencias y Emergencias
La alta prevalencia de patología banal que llega a las unidades de urgencias hospitalarias, que debería estudiarse, tratarse y seguirse en los centros de salud, con un claro beneficio para el paciente, en tanto que atención continuada, y para el sistema sanitario, por la optimización de recursos y la limitación del gasto, es uno de los problemas que detecta y describe la semFYC en su argumentario en contra de la especialidad de urgencias.
Afirma la semFYC que la existencia de un “especialista de urgencias” en los hospitales incrementaría aún más la utilización de los servicios de urgencias hospitalarias por parte de la población, empeorando y encareciendo innecesariamente la atención urgente. Como en casi todos los argumentos de la semFYC, también en esta ocasión se aprecia el problema y se equivocan las conclusiones.
A casi nadie se le ocurre preguntar al cardiólogo qué hacer con esa uña encarnada que lleva meses dando la lata. De la misma forma, tampoco parece razonable que alguien acuda a un centro hospitalario para ver a un Especialista en Urgencias, Emergencias y Catástrofes, para preguntarle qué hacer con su uña encarnada. Sin embargo, actualmente el 80% de los médicos que trabajan en urgencias hospitalarias son médicos Especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria que han sido formados, entre otras, para diagnosticar, tratar y seguir la patología banal que acude habitualmente a los servicios de urgencias. Los médicos de urgencias hospitalarias, aunque con unos medios y una logística diferente, comparten una formación similar a la de sus compañeros de atención primaria, y de ahí que resulte particularmente difícil evitar atender a los pacientes que acuden con problemas que deberían solucionarse en el ámbito no hospitalario.
Esta situación debe cambiar. Debemos, y necesitamos, optimizar los recursos sanitarios, tanto los humanos como los técnicos y estructurales. La especialidad de Urgencias, Emergencias y Catástrofes no supone una solución radical pero sí obedece a una necesaria reestructuración de las urgencias hospitalarias y extrahospitalarias (particularmente las UVIs móviles), y a necesidades formativas de orden básico.
Hoy en día, los Médicos Especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria que trabajan en las urgencias hospitalarias deben buscarse la vida para completar su formación en urgencias, emergencias y catástrofes, una formación que su propia especialidad les limita o incluso les niega, favoreciendo completar un modelo de médico generalista que pueda atender las necesidades sanitarias de los centros de salud. Lo cual está plenamente justificado, al estar realizando una especialidad en Medicina Familiar y Comunitaria y no la Especialidad de Urgencias, Emergencias y Catástrofes.
La semFYC defiende una subespecialización para urgencias, de modo que los Médicos Especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria, en Medicina Interna y Medicina Intensiva, entre otros, puedan capacitarse para trabajar en los servicios de urgencias hospitalarias mediante un periodo formativo extra de dos años. Afirman que las urgencias, emergencias y catástrofes no tienen “un cuerpo de conocimiento exclusivo, sino transversal”, y que poseen un “paradigma de actuación compartido con otras especialidades”. Y es cierto, al menos en tanto entendemos que ninguna especialidad médica tiene un cuerpo de conocimiento y un paradigma de actuación exclusivos, no compartidos, y menos que ninguna la medicina de familia.
Existen diversos problemas de base que no resultan fáciles de articular. El más grave de todos ellos probablemente lo constituya la incapacidad de las universidades para dotar a los futuros médicos de una formación adecuada y suficiente para desenvolverse como médicos generalistas. Por ello, una troncalidad de las distintas especialidades médicas que dotase a todos los futuros médicos de una formación común y general podría resultar interesante. En cualquier caso, el interés y lo apropiado de una formación general básica no es equivalente a afirmar, como hace la semFYC, que el médico de Urgencias necesite ser, además de urgenciólogo, especialista en Medicina de Familia, Internista o Intensivista.
La Medicina de Familia tiene un cuerpo de conocimiento suficiente y un paradigma de actuación propio, aunque en su mayor parte sea compartido y transversal, que le dotan de suficiente entidad como para seguir constituyendo una especialidad. Lo mismo ocurre con la Medicina de Urgencias, Emergencias y Catástrofes. La MUEC tiene un área de conocimiento diferenciado, que incluye la primera asistencia especializada ante situaciones críticas o urgentes, los politraumas, los accidentes con múltiples víctimas y la atención en catástrofes, el soporte vital avanzado o la coordinación y regulación médicas, entre las más características, además de diversas aportaciones multidisciplinares que deben capacitar al médico de urgencias para diagnosticar y tratar las situaciones urgentes de casi cualquier otra especialidad. Existen asimismo técnicas y procedimientos que son propios, y en muchos casos exclusivos, de las urgencias, las emergencias y/o las catástrofes.
Por otro lado, a nivel organizativo, la existencia de una especialidad de urgencias y emergencias facilitaría la previsión, programación y adecuación de los recursos humanos necesarios para dotar a las distintas unidades de urgencias de personal suficientemente formado. La independencia de los profesionales de urgencias de la medicina familiar ayudaría también a que tanto la población general como los propios profesionales sanitarios aprendiesen a diferenciar los recursos urgentes hospitalarios y las uvis móviles de la atención continuada que aportan los centros de salud, con la optimización de recursos que dicha diferenciación supondría.
La propuesta de la semFYC de crear un área de capacitación especial para urgencias, exigiendo que especialistas médicos soporten dos años más de formación para acreditarse como urgenciólogos, hace prever a medio plazo una escasez de personal capacitado para trabajar en los servicios de urgencias hospitalarias y uvis móviles. Las subespecialidades deben entenderse como áreas de capacitación altamente específicas dentro de una especialidad dada. El propio argumento de la semFYC, en el que describe el área de conocimiento de urgencias como transversal y multidisciplinar, contradice su propuesta de crear una subespecialidad para urgencias. Las urgencias y emergencias constituyen un amplio campo de conocimiento diferenciado y no pueden ser consideradas como subespecialidad de otra u otras especialidades médicas. Menos aún dados los riesgos obvios de convertir un área de trabajo básico y generalizado, en una subespecialidad rara, costosa y que termine por aportar menos recursos humanos de los que la sociedad y nuestra estructura sanitaria demandan.
Por todo ello parece necesario exigir una reformulación del actual borrador de proyecto de real decreto para la creación de la especialidad médica en urgencias y emergencias, que básicamente, aunque de forma confusa, recoge las propuestas de la semFYC.
Por una auténtica formación especializada en Urgencias, Emergencias y Catástrofes.
Chema Nieto
Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria