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Responsabilidad y Diálogo

Fanatismos en torno a la vida y la muerte

“Je conclus que tout homme sensé, tout homme de bien, doit avoir la secte chrétienne en horreur. (...) La seule religion qu'on doive professer est celle d'adorer Dieu et d'être honnête homme”. Voltaire

Adanyevademiguelangel

La absoluta ignorancia es la única garante de la inocencia. En la hermosa mitografía hebrea, el hombre pierde la inocencia al comer el fruto del árbol del conocimiento; el conocimiento le expulsa del Paraíso, al que ya nunca podrá retornar, y la responsabilidad es su castigo.

Cuanto mayor es el conocimiento del hombre, y mayor es su capacidad para actuar, mayor es también la carga de su responsabilidad. Porque la responsabilidad, castigo o no, es una carga; las decisiones que el hombre ha de tomar no siempre son fáciles, y en muchos casos resultan dolorosas.

La secta católica y su moralidad sadomasoquista, que impregnan, aún hoy, la ideología occidental, tergiversa la Carta Magna de los Derechos Humanos, transformando los derechos universales del hombre en obligaciones divinas.

La vida (la vida digna) no es una obligación, sino un derecho. El doloroso caso de Eluana Englaro y la demencial respuesta social y del Presidente de la República Italiana, evidencian la fuerza del fanatismo cristiano en Europa, ejemplo deplorable de quienes tratan de mostrar lo penoso de otros fanatismos.

La responsabilidad (social, médica) que confiere la capacidad de mantener con vida un cuerpo humano sin posibilidad de vivir una vida digna (de pensar, sentir, soñar, tener esperanzas), es, siempre, dolorosa. En la evaluación de estos casos, y en las decisiones consecuentes, resulta necesario mirar con humanidad y honestidad, evitando todo a priori que pretenda ofertar respuestas sencillas a problemas complejos.

El caso de Eluana es dolorosísimo, y precisamente por ello resulta vomitivo presenciar una batalla irresponsable e indigna, que antepone las propias ideas al potencial bienestar, presente y futuro, de un ser humano.

Homunculus de Nicolaus Hartsoeker 1694

El aborto, o la conveniencia o no de utilizar preservativos, suponen temas paralelos. La secta católica, de nuevo, pretende que existe un ser humano potencial en cada óvulo, en cada espermatozoide. Lógicamente demoniza a la mujer; ella asesina a millones de espermatozoides, aún coleantes, tras cada coito (¡y en vez de sufrir por su crimen, hay ocasiones en las que hasta da muestras de gozo!). No existe posibilidad alguna de defender razonablemente las palabras del Papa en África, instando a no utilizar la protección de los condones. Una cosa es recomendar castidad, otra muy distinta es condenar a la mujer al embarazo constante, y a todo un continente a la ignorancia, a la pobreza y a la muerte.

La cuestión del aborto comparte una misma raíz, aunque resulte mucho más compleja. Aunque parezca obvio, es difícil definir qué es un ser humano. Puedes intentarlo. Yo me confieso incapaz de desarrollar una definición coherente. Y sin embargo me resulta extraño que alguien pueda llamar ser humano a una sola célula, a un óvulo fecundado, por mucho que esa célula sea una semilla de ser humano.

No existen definiciones “científicas” que podamos esgrimir para señalar, sin dudas, qué es o qué no es un ser humano, por mucho que unos y otros lo pretendan. Decidir cuándo un grupo de células vivas se convierte en un individuo es una cuestión ética o filosófica, incluso moral, y en esta dificultad -y en la inevitable diferencia de criterios- radica la polémica en torno al aborto.

Eluana englaro

La interrupción del embarazo, al igual que permitir morir a Eluana, suponen decisiones dolorosas, en todos los casos. Es tan solo una cuestión de comodidad (de nuevo ética o moral) la que permite aceptar o no determinados presupuestos. El consenso social, necesario, debe surgir de la comprensión de los diferentes criterios así como de los límites razonables de libertad individual, por no mencionar consideraciones puramente médicas.

Pero además del consenso social, importante para estructurar en un marco legal determinadas acciones, parece necesario estimular el concepto de responsabilidad individual, cada vez más diluido en el entramado de responsabilidades delegadas, asumidas, explícitamente o no, por el estado, la religión o la moral imperante.

Existen en cualquier caso dos niveles diferentes, e independientes, a la hora de aproximarse a estos temas. De una parte, un nivel teórico (filosófico, ético, moral o religioso) desde el que se pueden discutir y argumentar, explicar o rebatir ideas. De otra parte existe un nivel práctico, ineludible, en el que resulta necesario tomar decisiones impostergables. Aunque las decisiones prácticas estarán basadas, en buena medida, en las consideraciones teóricas, la ausencia de argumentos incontrovertibles hace que la discusión filosófica, irresoluble en un único sentido, sea inaplicable al orden práctico, que necesita determinar acciones concretas e inmediatas.

Este divorcio, entre el orden teórico consensuado y el orden práctico, no hace sino incidir en la importancia de la responsabilidad individual. Y obliga a considerar adecuada, por responsable, la decisión de los padres de Eluana, independientemente de los argumentos de cada cual.

De todas formas parece difícil dialogar con quien presupone un asesinato en todo aborto o en toda muerte facilitada, aunque reconozco que los fanatismos más intransigentes, desgraciadamente, están siempre en el ojo propio. En ser hombres honestos, decía Voltaire, radica la auténtica religión. Pues eso.

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Imágenes y Enlaces

Cristo del Calvario, Parroquia de la Magdalena (Sevilla). platea.pntic.mec.es
Homúnculo de Hartsoeker. manuelbio.blog
Historia de Eluana Englaro. wikipedia
Comando Colleja. bongobundos 2008
La Responsabilidad Diluida (El Efecto Masa y la Obediencia). bongobundos 2009

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