Los árabes, al conquistar la Península Ibérica, no desmantelan la estructura de poder vigente sino que ejercen una forma habitual de tutelaje que consiste en asegurarse la lealtad de la clase dirigente y el pago de tributos. Esto lo consiguen en la mayoría de las ocasiones sin necesidad de recurrir al uso de la fuerza al asegurar, a cambio de impuestos razonables, los dominios de los nobles locales al tiempo que protegen la libertad de sus súbditos -incluidos los aspectos religiosos.
En este contexto es en el que podemos situar al gobernador Munuza en Gijón, comandando una pequeña guarnición encargada de asegurar el pago de tributos de la región.
Muertos los padres de la hermosa, es su hermano Pelayo quien decide con quien esposarla y, en este caso, no consiente que la joven Adosinda se una al aventurero de piel tostada. Pero Munuza es terco y está enamorado. Hace uso de su posición y encarga a Pelayo, en calidad de noble local, la entrega de tributos a Córdoba. Pelayo no se puede negar y parte hacia la capital. El viaje dura meses. Munuza aprovecha su ausencia y se casa con Adosinda.
A su regreso, Pelayo monta en cólera y, joven, bárbaro, astur, trata de matarlos a ambos. Afortunadamente para la historia, apenas consigue atacar a la guardia de Munuza y debe huir para salvar la vida, logrando con increíble habilidad llegar a las montañas (los actuales Picos de Europa), donde finalmente se refugia.
Munuza y Adosinda vivirán su propio cuento rosa no apto para cardiacos. Mientras, el joven Pelayo logra convencer a los bárbaros asturianos de las montañas para que dejen de pagar impuestos al sinvergüenza de Munuza. Este, sintiéndose algo culpable y sin ganas en cualquier caso de batallar con el hermano de su mujer, hace la vista gorda.
Esta expedición es comandada por un árabe, de nombre Alqama, y está compuesta tanto por musulmanes como por cristianos leales (lo que desluce un tanto el mito del levantamiento cristiano contra el dominador musulmán, supongo). En realidad, entre los miembros de la expedición de castigo encontramos no sólo a cristianos sino incluso a un obispo llamado Oppa, visigodo de pro, al que los fieles de Pelayo apresarán después de dar cuenta de todo el grupo en la cueva de Covadonga (la "Coba Dominica" que cuenta la crónica de Alfonso III).
Parece, pues, que la batalla de Covadonga no enfrenta a cristianos contra musulmanes, ni es tampoco una lucha de árabes contra visigodos. Se trata, en suma, de unos montañeses insurgentes que se enfrentan a una expedición que pretende castigarles por no haber pagado los impuestos que les correspondían. Y el hecho que origina toda esta historia es una bella muchacha cantando a la orilla de un río; un gobernador enamoradizo; un hermano celoso; unos montañeses con ganas de gresca...
Pero volviendo a la batalla, la derrota de Covadonga es de hecho tan terrible como inesperada y la huida del grupo liderado por Alqama se convierte en histeria cuando un desprendimiento sepulta a buena parte de los supervivientes. La historia llega a Gijón y Munuza y su guarnición, que ya estaban hasta el gorro de tanta lluvia, deciden abandonar las tierras de los astures.
En cualquier caso, y volviendo a la batalla: A pesar de no ser en absoluto consistente la identificación de la batalla de Covadonga con un enfrentamiento religioso entre cristianos y musulmanes, lo cierto es que Pelayo y sus astures inician una insurrección que consigue hacer desaparecer el dominio árabe de la región, dando comienzo a un reino que, trescientos años después, dominará buena parte de la Península Ibérica -lo que no es poco como mito histórico local.
Ahora bien, convertir al mítico Pelayo y a sus insurgentes en paladines del cristianismo frente al musulmán invasor no sólo es erróneo sino que constituye una más de nuestras barbaridades patrias.
-------------
En fin, para desbaratar el mito de la Reconquista como supuesto enfrentamiento entre moros y cristianos necesitaría algo más de tiempo y espacio del que aconseja la prudencia motivo por el cual evito daros el coñazo y me voy a sobar.
Buenas noches.
chema nieto
fotografías recogidas de la web SIN consentimiento explícito