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Munuza, Adosinda, Pelayo y la Batalla de Covadonga

Bárbaros, Romanos, Godos, Árabes... Hispanos

Barbaro1. Historiografía Goda (Barbaridades Patrias I)

Los españoles éramos unos bárbaros antes de la llegada de los romanos. Esto no significa que lo hayamos dejado de ser, claro, pero antes de la invasión de Roma éramos oficialmente bárbaros, asilvestrados en mayor o menor medida según la distancia que nos separase del Mediterráneo civilizador; éramos bárbaros y poseedores de un legado cultural distintivo, tribal, sanguinario y heterogéneo, del que aún conservamos vestigios, no sólo arqueológicos.

En cualquier caso, la romanización de la Península Ibérica supuso una uniformalización cultural, y posteriormente religiosa -con la llegada del cristianismo-, así como una definitiva centralización política, que transformarían y tamizarían la esencia bárbara española.

Los visigodos eran otro tipo de bárbaros, ex-vikingos, "romanizados" en alguna medida tras siglos de peregrinaje europeo desde su Escandinavia natal, que invaden la península ibérica (siglo V) usurpando la 111_bone_barbarian_closeupestructura política centralizada heredada de Roma y arrogándose el derecho (como invasores y vencedores) de ocupar los estamentos dirigentes. Su fuerza es innegable, aunque sus luces escasas, de forma que, aunque consiguen mantenerse en las posiciones de poder, su influencia cultural en nuestro territorio es escasa.

Además, los visigodos nunca dejan de constituir una minoría en la península frente a la población hispana o hispano-romana, con la que apenas se mezclan. Los hispanos, por su parte, harán poco más que soportar a esta minoría constituida en élite. La conversión de los arrianos visigodos al cristianismo supone una influencia paradójica -de los conquistados sobre los conquistadores- que, en cualquier caso, consigue reforzar la posición de la minoría visigoda al ser apoyados definitivamente por la otra élite local, la religiosa.

Más bárbaros pues en la península, aliñados además con algún que otro inmigrante alano, suevo y vándalo que se había colado con anterioridad en nuestro territorio. Son curiosamente estos bárbaros visigodos, advenedizos y Hachaforzudos, los que la historiografía local que forja nuestros mitos nacionales pretende convertir en el origen de un reino propiamente español. Y cristiano. Sin comentarios.

Lo cierto es que la principal actividad de los visigodos durante los apenas dos siglos de ocupación del territorio hispano parece consistir en una constante y fratricida lucha por el poder. Así es como consiguen, en connivencia con un clero cristiano cada vez más poderoso, coronar a un rey tras otro en una alocada sucesión (salvo por honrosas excepciones), teniendo lugar además numerosas, si bien breves, escisiones territoriales allí donde un primo del Rey, un hermano, un hijo o un espontáneo reclama el trono. Unas luchas intestinas que culminan con los enfrentamientos tras la muerte de Witiza y la consiguiente invasión árabe y beréber de la península.

Bereber_3 La mayoría hispana (la población hispano-romana en contraposición a la minoría visigoda dominante) debió recibir al pueblo árabe cuando menos con indiferencia y cuando más con agradecimiento, pudiendo llegar a concebir a este pueblo mediterráneo y civilizado casi como a un libertador. Es sabido en cualquier caso que la resistencia militar visigoda resulta más débil de lo que cabría esperar, mientras que la hispana es prácticamente inexistente, lo que significa que muchas ciudades (Medina-Sidonia, Sevilla o incluso la capital Toledo entre otras) abren sus puertas a los árabes sin oponer resistencia.

Así es que en apenas dos años el gobernador árabe Munuza podrá ver el mar Cantábrico desde Gijón. Cuarenta años más tarde, en el 756, Abd er-Rahman I funda un emirato independiente de Damasco y en el 929 Abd er-Rahman III se proclama califa de Al-Andalus. Córdoba se convierte en el centro intelectual más importante de toda Europa. Cien años después Toledo compartirá el poderío cordobés bajo el reinado de Alfonso VI, el "emperador de las dos religiones".

Esta fantástica transformación, de bárbaros, romanizados y vueltos a barbarizar bajo el anodino poder visigodo, en una superpotencia intelectual, ocurre sin duda gracias al peculiar mestizaje que tiene lugar en la península durante estos doscientos años de dominación musulmana en los que, aderezados con nuestras naranjas y nuestros vinos, se unen moros y cristianos, judíos, bárbaros hispanos, árabes, suevos, bereberes, y hasta algunos godos, para formar el ascendiente de lo que hoy llamamos españoles.

Cruz_celtaEl mito pues del reino godo originario no deja de ser una de tantas barbaridades (nunca mejor dicho) patrias.

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A pesar de todo aún persisten en el imaginario colectivo dos mitologías que son parásitas de la anterior y que entroncan con la necesidad de legitimar un pasado cristiano al estado-nación español del siglo XV (y al actual según parece). Un pasado cristiano, que en cualquier caso es innegable desde los tiempos romanos, como ha quedado dicho, pero que no debería ensombrecer el legado de otras religiones en la península, incluidas la musulmana o la judía -aún a pesar de la ignominiosa expulsión y de la persecución inquisitorial-, ni de otras culturas anteriores y posteriores al cristianismo peninsular. Estas mitologías a las que hacía alusión son la del anti-musulmán Pelayo y la de la propia Reconquista.

Continuará.

 

Chema Nieto

fotografías recogidas de la web SIN consentimiento explícito

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