(Surgimiento / Creación del Estado de Israel)
"(...) nada se hará que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías presentes en Palestina"
Estas líneas pertenecen a la declaración de Balfour, de 1917, donde los británicos ofrecen la tierra de Palestina para la creación de un hogar nacional judío. En palabras de Koestler, la declaración es un documento fascinante por cuanto que un país ofrece a otro -en este caso al pueblo judío- la tierra de un tercero.
Pero a finales de la primera guerra mundial, la Europa de Francia e Inglaterra constituye el centro del mundo. Tanto así que Francia e Inglaterra no tienen reparos en repartirse civilizadamente los territorios conquistados al imperio otomano y la zona conocida como Oriente Próximo (entre otros Turquía, Siria, Líbano, Jordania, Iraq, Kuwait, norte de Arabia Saudí y la tierra Palestina). Incluso sus términos son eurocentristas; el oriente próximo es oriente y próximo sólo desde el punto de vista europeo.
En cualquier caso, la primera guerra mundial señalará la cristalización de un sentimiento pan-arabista que conseguirá unir a los árabes bajo una misma bandera en su lucha contra los turcos. El inglés Lawrence de Arabia jugó un papel capital en la unificación de los árabes que a su vez supusieron una baza fundamental en la guerra contra los imperios otomano y austro-húngaro.
Tras la guerra, sin embargo, los árabes fueron olvidados, sus tierras repartidas entre Francia e Inglaterra -y en menor medida Rusia e Italia. Palestina se convirtió en colonia inglesa y la inmigración de judíos entre los años 20 y 40 hizo que su presencia allí pasase de un 1% inicial a un 30% a comienzos de la segunda guerra mundial.
Desde el comienzo del mandato inglés en la región palestina las tensiones se tradujeron con frecuencia en enfrentamientos violentos, creciendo con fuerza el deseo de independencia de los árabes con respecto a los ingleses por un lado, y haciéndose cada vez más virulento el rechazo árabe ante la masiva inmigración judía a la zona.
Tras la segunda guerra mundial las Naciones Unidas decidieron un reparto de la zona al oeste del río Jordán entre árabes y judíos que los árabes consideraron inaceptable y que los judíos aprovecharon para declarar la independencia del estado de Israel (1948).
Egipto, Siria, Jordania, Líbano e Iraq atacan entonces a Israel firmando finalmente armisticios y aceptando tácitamente la existencia de Israel como estado al ser derrotados por este. De las tierras palestinas sólo la franja de Gaza, al sur, y la Cisjordania (el inglés West Bank) quedarán fuera de control Israelí, bajo mandato egipcio y jordano respectivamente.
En 1967 Israel realiza un ataque preventivo contra Egipto y Jordania en la que se conocerá como la guerra de los seis días, haciéndose con el control de Gaza y Cisjordania así como de la península de Sinaí y los altos del Golán (Siria). Los ejércitos de Egipto, Jordania, Siria y Líbano -con el apoyo de Iraq y Argelia entre otros- son de nuevo derrotados.
Salvo por la devolución de las tierras del Sinaí a Egipto en 1978, el mapa de Israel no ha variado desde entonces.
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Los árabes han visto frustrados todos sus intentos legales de deslegitimar la colonización judía de Palestina y su instauración como estado. Esta frustración constante, unida a las catástrofes militares de 1948 y 1967, han hecho que la población palestina sólo tenga por buena la opción de aceptar el estado de Israel como tal y hacerse con el control de las tierras dispuestas para ellos en Gaza y Cisjordania.
Sin embargo, desde los años sesenta Israel no sólo tiene el control militar de las zonas estrictamente palestinas sino que las han colonizado paulatinamente, convirtiendo la región en prácticamente inhabitable para los palestinos (check points, control del agua, arbitrariedad policial y un larguísimo etcétera).
No obstante, desde hace unos años Israel ha decidido comenzar la retirada de las colonias judías -incluso por la fuerza- de Gaza y Cisjordania, abriendo la posibilidad de un mandato real de las mismas por los propios palestinos. Las recientes elecciones en territorio palestino debieran haber marcado el comienzo del fin del problema territorial palestino pero Estados Unidos e Israel han decidido no reconocer a los dirigentes de Hamás, ganadores en el último proceso electoral, como válidos; para ellos, para EEUU e Israel, a pesar de lo que digan las urnas, Hamás es una organización terrorista.
Que la razón parece estar siempre del lado de los palestinos es algo que pocos pueden poner en duda y, sin embargo, la utilización precisamente del terrorismo casi ha conseguido deslegitimar las reivindicaciones del pueblo palestino.
Chema Nieto