Nuestra carga genética y nuestros hábitos no determinan nuestras enfermedades. O al menos no tanto como sospechábamos.
Michael Marmot (que a pesar de su apellido es un científico calvito muy serio que duerme poco) afirma que la salud de una población está determinada principalmente por el tamaño de sus bolsillos. Por la pela, vamos.
Menuda noticia me diréis, como si Estados Unidos no lo viniera demostrando desde hace años. Pero la cosa tiene más interés de lo que parece. Dice el Marmot que los pobres no es que tengan habitualmente peor acceso a la sanidad sino que (encima) padecen más enfermedades que los ricos. Contrariamente a lo que algunos sospechaban los más pobres sufren más infartos y más cánceres que la clase media baja, la clase media baja padece más infartos y cánceres que la clase media alta y éstos sufren más enfermedades que los muy ricos.
De todas formas y para ajustarse un pelín a lo que Marmot deduce de los estudios que se ha currao, parece que la salud no se relaciona exactamente con las pelas sino con el estatus; esto es, a mayor estatus (oportunidades, grado de autonomía, reconocimiento social) mejor salud. Básicamente defiende la teoría del 'macho dominante' en la que no es el más saludable el que consigue el grado de jefe de la manada sino al revés; una vez alcanzado el grado de 'macho dominante' el hombre (y el mono) mejoran su salud.
Supongo que esto explica que Fraga no la palmase ya en la playa de Palomares. Y supongo que también explica las constantes peleas de gallitos entre politiquillos y politicastros de nuestro panorama nacional, buscando ascender a costa de estatuts y otras milongas en la jerarquía de machitos dominantes. Y no es que lo hagan por dinero (que también) sino por motivos de salud. Hay que joderse.
Total, que como en la jerarquía de machitos dominantes yo no llego ni a bufón, volveré a fumar (otra vez); y es que por mucho ejercicio que haga, con mi sueldo y mi estatus, lo menos me da el infarto mañana.
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